El
ritmo
La regla de oro del caminante es mantener un ritmo
regular.
Lo mejor es comenzar con un ritmo suave, que permita un buen
calentamiento de músculos y articulaciones. Poco a poco se incrementa hasta
llegar a una velocidad cómoda en función del perfil y el estado de
entrenamiento.
Andar en montaña es una actividad aeróbica, en la que se
aporta a los músculos el oxígeno necesario para su funcionamiento sin entrar en
deuda de oxígeno. Sólo en momentos puntuales se puede llegar a la fatiga
respiratoria. La mayor parte de una ruta debe hacerse a un ritmo en que se pueda
hablar a la vez que caminar.
Una ruta en montaña es placentera en la medida
en que se dosifica el esfuerzo y no nos acercamos a nuestro límite
físico.
Las paradas
En toda ruta montañera es
necesario pararnos de vez en cuando. Con adultos, una parada de 10 minutos cada
hora suele ser suficiente. Con niños las paradas son más frecuentes.
Las
paradas nos permiten recuperar el aliento si es que venimos algo fatigados,
beber agua, tomar algunos alimentos energéticos (chocolate, barritas...),
descansar hombros y espalda del peso de la mochila, contemplar sin prisa el
paisaje, y sacar nuestras mejores fotos.
Es importante no enfriarse. En días
de viento es necesario abrigarse más durante las paradas. Y que la pausa no sea
tan larga que nuestros músculos se enfríen del
todo.
Las subidas
En las subidas es más
imporatnte que en ningún otro momento llevar un ritmo constante. Las zancadas se
acortan, el cuerpo se inclina algo hacia adelante, y seguimos pisando con toda
la planta. Error de principiante es pisar sólo con las puntas de los pies.
Si
la pendiente es demasiado pronunciada y no hay ya senda, lo mejor es ascender
zigzagueando, para disminuir la pendiente, aunque se aumente la distancia
recorrida.
En rutas suaves podemos ascender 200 m cada hora sin dificultad.
En rutas duras, para montañeros entrenados, se puede subir incluso 500 m a la
hora.
Las bajadas
En los descensos la fuerza de
la gravedad nos ayuda, y el esfuerzo es, normalmente, menor. Las piernas,
especialmente los cuádriceps, amortiguan nuestro cuerpo. Las rodillas deben
flexionarse ligeramente en cada paso.
En bajadas suaves, la zancada se
alarga. También aquí es importante un ritmo regular, con paradas de vez en
cuando.
Si el descenso es muy pronunciado, por contra, los movimientos se
hacen más lentos, buscando siempre los mejores apoyos. Se puede zigzaguear para
evitar la línea de máxima pendiente. Puede incluso bajarse de lado, frenando con
la pierna que vaya por delante.
En caso de bajar por nieve, se talonea más,
es decir, pisamos clavando el talón de forma exagerada.
Si la bajada es
destrepando rocas, procurará hacerse de lado o mirando de frente, ayudándose con
las manos en los puntos más complicados, y muy
despacio.
Caminar en
grupo
Las rutas montañeras suelen hacerse en gupos reducidos,
con personas de nivel físico semejante. El grupo camina siempre unido.
Si,
por el contrario, el grupo es muy numeroso, quien mejor conozca el camino va
delante, otro montañero experimentado va cerrando por detrás, y se debe procurar
que entre todos los mienbros haya contacto visual. Si dicho contacto se pierde,
es necesario reagruparse. Este movimiento "acordeón" hace más lento el avance.
Dicho retraso debe tenerse en cuenta al planificar la
excursión.
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